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Las ciudades desempeñan un papel crucial en la prevención de la incitación al odio y el extremismo

Los días 13 y 14 de mayo, en Estrasburgo, el GCH participó en un acto organizado por la Red de Ciudades Fuertes para debatir el papel de las ciudades en la prevención del odio, el extremismo violento y la radicalización a nivel local. El acto reunió a una veintena de ciudades de ambos lados del Atlántico (Francia, Bélgica, Grecia, Países Bajos, Portugal, España, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá), así como a ONG y círculos académicos que trabajan en este ámbito. Más de 50 participantes tomaron parte en este diálogo transatlántico destinado a compartir las mejores prácticas en la prevención del odio y el fortalecimiento de la cohesión social.

Las ciudades están muy preocupadas por la impacto local de la polarización general de la sociedad y el auge del extremismo. En Francia, lo que ha cambiado con respecto a hace unas décadas es que las personas que participan en los movimientos de extrema derecha son ahora de todas las clases socioeconómicas, de todas las edades y de todos los sexos. Ahora forman parte de los movimientos mundiales y se relacionan con sus homólogos de Estados Unidos, por ejemplo. El movimiento de extrema izquierda también ha crecido, dirigiéndose, por ejemplo, a las infraestructuras de acción por el clima.

Aunque las ciudades se enfrentan a diferentes amenazas (radicalización, terrorismo, odio religioso/étnico/LGBT, tráfico de drogas, violencia juvenil), quedó muy claro que las ciudades se basan en medidas preventivas similares (talleres, campañas de comunicación/concienciación, mecanismos de diálogo establecidos antes de que se produzcan las crisis, etc.) que implican a un amplio abanico de agentes locales (ONG, comunidades religiosas, migrantes, sector privado, administración central, etc.). Se prefieren las medidas preventivas a una respuesta de seguridad contundenteque, de todos modos, no siempre entran dentro de sus competencias. Casi todos los alcaldes presentes señalaron que la guerra de Gaza tenía un impacto significativo en sus comunidades locales.

Para garantizar sostenibilidad a pesar de los cambios en la dirección municipal, los alcaldes insistieron en la necesidad de implicar a la sociedad civil e integrar la prevención en la normativa local. La prevención contra el extremismo debe convertirse en un "servicio público" como cualquier otro (energía, transporte, gestión de residuos, etc.).

Sin embargo, las ciudades son, por desgracia, completamente impotentes ante incitación al odio y violencia en internet. Se hizo un enérgico llamamiento para actuar y garantizar la "responsabilidad de los medios sociales". Se señaló que Canadá ha aprobado recientemente la Online Harms Bill, que va bastante lejos en este sentido.

El tema de violencia contra cargos electos también se debatió ampliamente. Se subrayó que los cargos electos locales suelen estar más "expuestos" a la incitación al odio y a la consiguiente violencia, ya que están en contacto diario con la población. Por lo tanto, los riesgos de que sean víctimas de la violencia son mayores que para los cargos electos nacionales, que suelen estar más alejados de las comunidades locales.

El diálogo estuvo muy bien organizado y dirigido por la Red de Ciudades Fuertes. ¡Enhorabuena a todo el equipo! El GCH continuará siguiendo el trabajo de Ciudades Fuertes y espera colaborar en el futuro con esta importante red de ciudades.